José Antonio Curbelo nació en La Habana en 1917. Perteneciente a una saga musical Curbelo llegó a dirigir la orquesta más solicitada de música hispana en Nueva York durante los años 40, dando la alternativa a músicos de la talla de Tito Puente, Tito Rodríguez, Mon Rivera o Ray Barretto. En diciembre de 1958 dejó, sin embargo, su actividad orquestal, para dedicarse a la interpretación de latin jazz mood y series instrumentales con un quinteto. Posteriormente fundaría la firma Alpha Artists, una de las empresas pioneras de la representación musical latina y que se mantuvo durante los años 60 y 70. Ya en los 80 se radicó en la ciudad de Miami.
Este es un extracto del libro Oye Como Va, de José Arteaga (editor
de www.salsajazz.com), donde se narran sus comienzos como músico y el
auge de su orquesta, que determinó también el auge de las grandes bandas
latinas en Nueva York. El episodio transcurre justo antes de las
llamadas Batallas de Bandas, donde Curbelo fur protagonista, y antes
también de firmar un largo contrato en el famoso club China Doll.
"Machito regresó del frente de combate en octubre de 1943 con una pierna perforada por la metralla. Su puesto como cantante de los Afrocubans lo estaba esperando junto a la explosiva Graciela que, a cada concierto, se ganaba aún más la simpatía del público. Con ambos y con la dirección musical de Bauzá, los Afrocubans
marcaron la ruta de la música latina en Nueva York a partir de ese
momento. El epicentro de tal liderazgo fue, por supuesto, La Conga Club,
por la que desfilaron varios alternantes, antes de arribar la una
orquesta capaz de rivalizar con la banda de Bauzá: la de José Curbelo.
El
nieto de Célido, hijo de José, conocía bastante bien a Bauzá, desde que
este integrara la orquesta de su abuelo y además había seguido sus pasos
uno a uno, pues desde muy joven profesaba verdadera devoción por el
canto de Ella Fitzgerald. José Curbelo Junior se había criado en el ambiente musical de La Habana y había comenzado a estudiar piano a los ocho años con Pedro Menéndez y luego en el Conservatorio Molinas. A los quince años hizo su debut profesional y pasó en poco tiempo de la orquesta de los Hermanos Lebatard a la del flautista Gilberto Valdés, de esta a la Eddie Sastre y luego a la Habana-Riverside. Viajó de gira por América del Sur y cuando su carrera empezaba a despuntar, decidió irse para Nueva York.
Curbelo
llegó a Ellis Island el 17 de mayo de 1939 y lo primero que hizo fue
solicitar el carné del sindicato de músicos. Se lo dieron, pero no podía
devengar ningún sueldo hasta pasados 30 días, de modo que tocó las
puertas de un par de conocidos para que le dieran trabajo esporádico
pagándole en negro. Su primer empleo fue en la Martinique, de la 57 con
Sexta Avenida y un año después se fue a Miami para tocar tres meses en
Brook Club. Regresó otra vez y en un lapso de dos años fue el pianista
de tres grandes orquestas, la de Xavier Cugat, la de Juanito Sanabria y la de Oscar de la Rosa. Y así habría seguido de no haberse planteado, durante una gira con Cugat, que esa vida de gitano no era lo suyo.
Fundó
una orquesta de nueve músicos en 1942 y obtuvo casi de inmediato su
primer contrato para tocar en La Conga. Desde las 5 y 30 de la tarde y a
un precio de un dólar con 50 centavos, se podía ver en La Conga el show
de Curbelo en abierto duelo ante los Afrocubans de Machito.
Eran las dos orquestas más en forma de comienzos de los cuarentas en la
New York latina y sus duelos equivalían a verdaderos matchs de buena
música.
La
acogida de un público entusiasmado por la rumba, fue evidente, pero
justo cuando mayor era su popularidad entre la comunidad latina, Curbelo
decidió cambiar. Hasta entonces los temas que tocaba estaban llenos de
melodía, pero carentes de fuerza en el ritmo, y esto último era lo que
ofrecían a raudales los Afrocubans. Curbelo cerró una noche su actuación con el afro Managua Nicaragua, el tema mejor logrado de la orquesta. A continuación salió Machito irrumpiendo con el afro Nague, y la diferencia fue tan evidente que Curbelo no dudó un instante sobre su futuro.
El
revitalizado Curbelo fue encontrando noche a noche un público distinto,
cada vez menos latino, que se sentía profundamente atraído por el sonido
afrocubano. Era la autenticidad musical lo que gustaba y el camino
señalado por Bauzá era claro en tal sentido. Sin embargo, Curbelo
necesitaba alejarse muy pronto de los Afrocubans para no quedar
como un imitador de ellos, de modo que cambió su look, se hizo más
elegante en su vestuario, más maestro de ceremonias que director,
bromeaba en cada presentación y jugaba con el público. Acertó de lleno.
En poco menos de un año ya era uno de los hombres más populares del
ambiente musical de Nueva York.
No fue
raro ver entonces a Curbelo en las fotos de las páginas sociales de los
diarios neoyorquinos. En las notas se hablaba de su virtuosismo a la
hora de tocar el piano, de su encantador sentido del humor, de sus
éxitos en la venta de discos y de más de un romance con actrices de
Broadway y bellas jovencitas de la alta sociedad. Ningún otro músico
latino de Manhattan tuvo una presencia tan marcada como la de Curbelo.
Su imagen pública estaba tan bien cuidada como la de Xavier Cugat,
y su música no estaba lejos de la calidad de los Afrocubans y de otra
gran orquesta de sorprendente sonido, que dirigía un pianista
puertorriqueño llamado Noro Morales".
Oye Como Va, José Arteaga. La Esfera de los Libros, Madrid, 2003.
Source: http://www.salsajazz.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario